El trabajo periodístico es crucial durante una emergencia, pero también para prevenir los desastres, ya que la entrega de información certera, facilita la toma de decisiones acertadas frente al riesgo de estos.
Por Gabriela Cortés Villarroel, periodista de la Unidad de vinculación, educación y divulgación de CIGIDEN (gabriela.cortes@cigiden.cl)
El trabajo multidisciplinario del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres; CIGIDEN, cuenta con el aporte de la investigadora asociada y académica de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, la periodista Karla Palma, quien junto al académico de la misma casa de estudios, Claudio Salinas, publicó el artículo “Rutinas periodísticas y ciclo de los desastres: Hacia una comunicación para la reducción del riesgo”.
Allí, ambos investigadores plantean que “la información no sólo debe estar disponible para la población, sino que esta debe ser accesible a los diferentes actores y que, además, debe incorporar el conocimiento científico y el conocimiento tradicional, con fin de promover la prevención y respuesta frente a los desastres”.
En este trabajo se eligió como caso de estudio, los mega incendios ocurridos en la zona centro-sur de Chile en 2017, específicamente, entre el 18 de enero y el 5 de febrero.
Estos eventos se caracterizan por “su alta significación pública, las consecuencias en la zona afectada y su relación con la construcción de un discurso noticioso, fruto de unas rutinas de prensa que le dan sentido al desastre, su temporalidad y complejidad”, señala el artículo.
¿Cómo algunas dimensiones de las rutinas periodísticas condicionan la construcción pública de los desastres socioambientales, incidiendo en la comprensión de los riesgos?
Para responder a esta interrogante, los autores analizaron 852 noticias, las que fueron publicadas en medios nacionales como El Mercurio, La Tercera, Las Últimas Noticias, El Mostrador, El Día y el Diario Concepción. Estos medios fueron seleccionados bajo el criterio de la diversidad mediática, tanto en su cobertura, como en inscripción geográfica y tomando en cuenta el ciclo del desastre.
Los resultados indican que los medios conciben el desastre como “algo circunstancial, un hecho o acto del momento, con agencia propia, pues el incendio se construye como un personaje, que se enfrenta con lo humano”, haciendo la clásica división entre naturaleza y cultura.
Otro de los resultados del estudio, dan cuenta de que los medios no acudían a las voces de fuentes expertas, ni de las comunidades locales, dando mucho más espacio a las autoridades nacionales y empresas privadas.
Lo anterior, no se traduciría en una mayor capacidad del Estado para abordar las crisis ni gestionar el riesgo y, por otra parte, convierte el trabajo periodístico en una burocracia que se encarga de darle un sentido al desastre a través de una rutina periodística que circunscribe el desastre a únicamente el momento de la emergencia, señala el artículo.
Asimismo, el relato periodístico aborda el “drama de las personas comunes y corrientes” y no el conocimiento local puesto en acción por las comunidades para abordar la emergencia, ni a las condicionantes estructurales de la vulnerabilidad ante el desastre. En este sentido; la pobreza, el género y/o pertenencia a un pueblo indígena, son factores subyacentes que alimentan la vulnerabilidad de una persona ante el riesgo de desastres y estos elementos no estarían siendo vistos, ni abordados por los medios de comunicación. Como resultado lo que se le informa a la audiencia sobre los desastres, es un sentido parcial de éste que no contribuye a promover una pedagogía pública que le sirva al país para prepararse y enfrentar de mejor forma los riesgos a los que está expuesto.
Ausencia de evidencia científica
En el artículo de Karla Palma y Claudio Salinas, también se devela la ausencia de la evidencia científica en la construcción noticiosa. Para ejemplificar, se recuerdan las declaraciones del ex Ministro del Interior, Mario Fernández, quien en su momento, clasificó los incendios como “una situación anormal”. Esto, se contrapone al conocimiento científico disponible y que ha recalcado que estamos viviendo condiciones propicias para que se desarrollen incendios de grandes magnitudes y de manera frecuente.
En definitiva, este trabajo académico destaca que la comunicación del riesgo de desastres es constitutiva para evitar las emergencias y que el acceso a la información es fundamental para que las personas puedan tomar decisiones acertadas, que resguarden sus vidas y los espacios que habitan.
La deuda de los medios de comunicación sería comprender la agencia humana y dar paso a una comprensión de la comunicación como un actor relevante para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres.