Los procesos de reconstrucción tienden a caracterizarse principalmente por su impacto físico y macroeconómico. Tradicionalmente el éxito de la recuperación se ha medido por la cantidad de viviendas y los montos totales de inversión pública y privada. Sin embargo, la experiencia internacional y la propia, han demostrado que aún más importante es la reconstrucción socioeconómica y la emocional. Desde este punto de vista, los desastres pueden y deberían transformarse en una oportunidad para el desarrollo de las comunidades e individuos afectados, justamente porque permiten visibilizar problemas que muchas veces son parte de la vida cotidiana de la población, pero que en situaciones de emergencia se transforman en críticos.
En la recuperación post-aluvión 2015 de Diego de Almagro en la Región de Atacama su alcaldía priorizó la construcción de un centro de diálisis como punta de lanza de la reconstrucción. Más que una obra de equipamiento social fue una señal de coherencia entre el reconocimiento de un problema real y la generación de un modelo de respuesta adhoc. Los pacientes de Diego de Almagro durante años han debido trasladarse 3 veces a la semana a Copiapó, la unidad de diálisis más cercana. Esto significa 4 horas de traslado y 4 horas de diálisis, es decir, 3 jornadas laborales a la semana. Y luego de cada jornada de tratamiento, los pacientes necesitan un día de recuperación, para luego reiniciar la rutina al día siguiente. Esta realidad que se repite en otras localidades tiene un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes y familiares.
Los eventos catastróficos tienden a afectar con mayor fuerza a los grupos más vulnerables y muchas veces develan falencias que se encontraban ocultas o demandas que habían sido soslayadas como es el caso de los pacientes de diálisis. Es entonces la recuperación es un espacio para abordar estos problemas, como también aquellos que estaban reconocidos como déficits, pero no habían sido resueltos. Si bien las demandas más evidentes de vivienda e infraestructura deben ser abordadas por el Estado, es importante identificar aquellos componentes cualitativos de la recuperación.
Con esta experiencia la Municipalidad de Diego de Almagro está siguiendo los pasos de otros municipios, de innovar en un espacio donde tradicionalmente no se habían involucrado directamente. En el resto del país la demanda que el sistema público no puede absorber es captada por los proveedores privados con financiamiento público. Es decir, existe un espacio donde los municipios podrían aprovechar estos recursos públicos para abordar de manera más directa el mejoramiento de la calidad de vida de sus vecinos. El caso de Recoleta y su farmacia comunal han venido a demostrar que las innovaciones en gestión local pueden tener un efecto positivo multiplicador.
Para muchas familias afectadas en desastres, la relación entre catástrofe y oportunidad puede sonar equívoco e incluso ofensivo. Sin embargo, es una realidad que la maquinaria del Estado y la sociedad en general, se ven presionadas a intensificar su funcionamiento. Ante situaciones altamente demandantes la Sociedad entera se ve exigida a mejorar sus procesos. La generación del centro de diálisis se constituye en un ícono de la preocupación por el bienestar de los ciudadanos y del nuevo estándar al que se debe aspirar, especialmente en procesos de recuperación de ciudades (y de confianzas).