Según la experiencia compartida por las dirigentes, los procesos post desastres se han centrado en la restauración física de los asentamientos afectados, mediante la provisión de nuevas unidades de viviendas en el mismo lugar, o con alternativas de erradicación. Subestimando a su juicio los efectos traumáticos que tiene un desastre a nivel psicosocial en las personas y familias afectadas, ya que generan un estado de crisis prolongando, haciendo que el evento vivido sea difícilmente superable.
Ambas representantes de la comunidad, insistieron que aún hay mucho por hacer en este ámbito, recalcado que el apoyo psicosocial no solo debe remitirse a algunos meses luego de la tragedia, sino que debe buscar la manera que este tipo de ayuda a las comunidades afectadas por un desastre, sea sostenible en el tiempo.
Las acciones y procesos comunitarios deben ineludiblemente abarcar las diferentes etapas del ciclo de la gestión del riesgo de desastres, para poner en práctica acciones preventivas y de recuperación, generando de esta manera una visión prospectiva y a largo plazo, permitiendo procesos de apropiación y perennización de las acciones implementadas.
Es desde esta perspectiva, que hoy las tecnologías emergentes y los medios de comunicación pueden ser un aliado importante en estos procesos a largo plazo, difundiendo y actualizando la información referente a los diferentes ámbitos, físico, social, ambiental, económico y legal, desde los cuales debe abordarse la gestión del riesgo de desastres.