A principios de agosto se desarrolló en Nueva York la sexta sesión del Comité de Expertos de las Naciones Unidas de Gestión Global de Información Geoespacial (UN-GGIM), con uno de los paneles dedicado a la gestión de información geoespacial en contexto de desastres. Y en el trabajo preliminar de esta comisión, se reconoció como requisito para la construcción de sociedades sostenibles y resilientes, la necesidad de contar con acceso a datos e información geoespacial como base empírica para fundamentar decisiones apropiadas.
Esta preocupación se ha evidenciado en Chile producto de los recurrentes eventos de origen natural a los que se ve enfrentado el país (terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, entre otros fenómenos) y en donde la información para la toma de decisiones tras la emergencia pareciese ser una víctima más, dado que los datos se hacen escasos, poco accesibles, desactualizados o simplemente inexistentes, lo que ciertamente dificulta y ralentiza la fase de respuesta e influye en que los tiempos de recuperación puedan ser más extensos. Es por esto que iniciativas como el “Visor Chile Preparado” lanzado por ONEMI durante el mes de julio y la presentación de los Mapas de Riesgo Geológico para la Región Metropolitana desarrollados por SERNAGEOMIN, son avances importantes que apuntan a que la información relacionada con la amenaza y el riesgo sea más asequible, tanto para los tomadores de decisiones como la ciudadanía en general.
Sin embargo, aún queda bastante trabajo por realizar en esta materia. La existencia de mapas y visores por sí solos no garantiza que esta información sea útil en un contexto de emergencia, en donde se necesita la integración e interoperabilidad de los datos de manera automática y con una actualización que se nutra de la información que se surge desde las zonas afectadas. Para esto, existen una serie de protocolos y servicios que certifican que la información proveniente desde diversas fuentes y formatos, cuenta con un nivel de seriedad que faculta su uso para el análisis y toma de decisiones.
En ese sentido, las Infraestructuras de Datos Espaciales (IDE) ofrecen un marco conceptual y operativo que gestiona la información geoespacial de manera tal, que facilita su uso para la comprensión de fenómenos complejos y dinámicos como lo son los desastres de origen natural. Esto a través de estándares que minimizan la probabilidad de malinterpretar los datos provenientes de las diferentes instituciones que se unen para suministrar la plataforma y cuya salida visual, a través de mapas, simplifica el entendimiento de lo que ocurre en el territorio.
La IDE Chile, dependiente del Ministerio de Bienes Nacionales, ha realizado esfuerzos en coordinar la información relativa a la gestión de desastres y emergencias proveniente de diversos organismos públicos. Pero aún necesita de un mayor impulso dentro de la gobernanza actual, para contar con mayores competencias respecto a cómo los datos se colectan, procesan, analizan y comunican. Adoptar los progresos en el desarrollo de las IDE abre también la posibilidad de sumar a una mayor cantidad de actores, entre ellos la academia, cuya conexión con la articulación de políticas públicas siempre aparece como un proceso confuso y lento, pese a la gran cantidad de conocimiento científico que en ellas se alberga.
El Comité de las Naciones Unidad plantea como desafío para los países dar “un giro en el paradigma de gestión de la información geoespacial de un mero instrumento de cartografía y visualización a una solución fundamental de adopción de decisiones basada en datos empíricos, debido a su capacidad de integrar y analizar información y datos geoespaciales, estadísticos y de otro tipo a escalas múltiples y en múltiples sectores que permite obtener un panorama operativo común”. Este reto se ajusta perfectamente a la realidad chilena, y en donde las capacidades técnicas y humanas se encuentran disponibles para afrontarlo, por lo que el paso fundamental consiste en habilitar una institucionalidad afín que permita a Chile fortalecer la gestión del riesgo de desastres naturales y desarrollar comunidades más resilientes.