Profundas reflexiones en torno a la importancia de recordar y conversar en torno a los desastres de origen natural y cómo estos eventos son una parte relevante de la identidad de las personas y su cultura, caracterizaron la primera sesión del ciclo de “Conversaciones Desastrosas”; actividad presencial que fue organizada la Unidad de Artes y Desastres (DESARTES) del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN) en el Centro Cultural de España (CCE)
Motivados por la obra «Emblemas telúricos I, II y III» del artista visual Sebastián Riffo, la psicóloga y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Elizabeth Lira, junto al muralista “Mono” González y el historiador, Fernando Pairican, compartieron sus perspectivas en torno a cómo conciben las “Memorias del desastre” en un conversatorio que se llevó a cabo el pasado 14 de junio.
En este sentido la ex decana de la Escuela de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, Elizabeth Lira, expresó que la memoria chilena está cargada por los desastres y que éstos a su vez, representan hechos de fuerza mayor que están fuera del control de las personas, además de un trauma psicológico. “Para mí el tema de la memoria tiene que ver con aprendizaje, tiene que ver con la posibilidad de aprender de otros, de aprender entre generaciones y trabajar la prevención en la vida de cada persona”, expresó.
Por su parte el muralista Alejandro “Mono” Gonzalez, relató la experiencia que posterior al tsunami y terremoto de 2010 lo llevó a crear el libro “27 febrero”, donde se compilan diversas serigrafías en blanco y negro inspiradas a partir de de un taller que impartió en la zona afectada.
“Ahí por el 2010, cuando vino el tsunami y el terremoto, a través del Centro Cultural de España estábamos haciendo unos talleres en las poblaciones acá en Santiago. Eran diez talleres en diez comunas y siempre terminamos con un mural. Cuando vino el terremoto y el tsunami yo propuse hacer un taller en el lugar del terremoto (Curanipe y Pelluhue), pero allá lo que se necesitaba era alimento, vivienda, etc., sin embargo, yo lo pensé como una terapia social a través del arte”, relató el artista.
Trabajador del arte
Mono González, quien se autodefine como un “trabajador del arte” y cuya obra se caracteriza por un amplio uso del color, optó en aquella ocasión por los colores que representaran el luto. “Me di cuenta de algo que me hizo recordar y que tiene que ver justamente con la memoria. Cuando era chico y habían catástrofes o muerte en la familia, por ejemplo, la madre, especialmente si el pariente era muy cercano a ella, se vestía completamente de luto en negro. Y en segundo lugar, si no era un pariente muy cercano, vestían de medio luto o los hombres, por ejemplo, usaban un brazalete negro. ¿Entonces, qué es lo que hicimos? O sea, ahí yo dije no puedo hacer un taller en un lugar donde hay una catástrofe, si no llevo los elementos mínimos y no va a tener color toda la cosa, así que pesqué papel autoadhesivo, negro, papel blanco, tijera, cuchillo y pequeñas hojas y partimos para hacer un taller de serigrafía, especialmente con los artesanos que habían perdido todo”, rememoró.
El volcán tiene camino
González, también relató que al avanzar en el libro, se acordaba un poco de “La Divina Comedia” de Dante, ya que en el post terremoto y tsunami de 2010, podía reconocer una experiencia que debió ser fuerte para los afectados. “En estas vivencias, reviví que yo vengo de otro desastre también, que tiene que ver con el golpe de Estado”, sostuvo.
En tanto, el historiador e investigador del Centro de Estudios Culturales e Indígenas (CIIR) Fernando Pairican, explicó que los desastres no se conciben como tal en la cosmovisión mapuche, sino que son sinónimo de que la tierra está viva y por lo tanto, señales de un equilibrio vital. Asimismo, señaló que es común de los pueblos indígenas conocer su territorio y saber que “el volcán tiene camino”, es decir, que por donde bajó la lava una vez, volverá a bajar en una nueva erupción y que por tanto, la memoria y el respeto por los procesos naturales son primordiales para su pueblo.
“No son indígenas quienes han construido casas en el lago y han construído en los lugares donde ha sucedido este proceso del fuego. Entonces, cuando suceda la erupción de un volcán, probablemente el fuego consuma estas casas”, advirtió.
Según el experto, lo que nos enseña el mundo rural mapuche, es que el mayor elemento donde podría estar la connotación negativa del desastre, es cuando “el fuego devora el mundo cotidiano”, dijo.
Durante el conversatorio y de manera paralela, las y los asistentes fueron parte de la creación de un fanzine., para lo que al inicio de la actividad, se entregó una hoja y lápiz tinta, de manera que pudiesen tomar libremente; apuntes, dibujar o realizar cualquier forma de registro, a partir de las exposiciones de los panelistas.
El resultado es la compilación artística del material hecho por el público, junto a los dibujos que el artista visual Sebastián Riffo hizo durante el conversatorio y junto a los textos de la escritora Naomi Orellana, quién estaba presente y también aportó en la composición.
La próxima sesión de “Conversaciones Desastrosas”, se llevará a cabo durante el mes de agosto y abordará el “Augurio del Desastre», ahondando en las formas con que se proyectan, predicen o especulan los desastres hacia el futuro.
La sesión contará con perspectivas desde la literatura de ciencia ficción, la física y la teología, con el estímulo y creación desde la música. Más información en www.cigiden.cl o en www.desartes.cl