Junto a un grupo de expertos, la investigadora CIGIDEN, Rebekah Harries, quiso comprender en el estudio “ «Impact of climate on landscape form, sediment transfer and the sedimentary record», cómo el movimiento de sedimentos a través de las regiones montañosas, específicamente la cordillera de Los Andes, influye en el registro de los sedimentos conservados aguas abajo de los cordones montañosos.
“La relación entre el clima, la conectividad del paisaje y la exportación de sedimentos desde las cordilleras es clave para entender la propagación de las señales de erosión aguas abajo en las cuencas sedimentarias”, sostiene la científica británica.
Para realizar este trabajo los investigadores exploraron el papel de la conectividad en la modulación de la composición de los sedimentos exportados desde la cordillera frontal del centro-sur de los Andes argentinos y compararon tres sistemas de captación “abanico adyacentes”, aparentemente similares, en el contexto de un gradiente de precipitación a lo largo de la cordillera.
Abanicos adyacentes
“Una captación es la cuenca del río», explica Rebekah Harries, un área de tierra donde el agua se acumula cuando llueve y que a menudo está delimitada por una topografía alta. El abanico es el área donde los sedimentos generados en la cuenca son depositados y que normalmente toman una forma de abanico (foto abajo)”.
La conectividad a lo largo de un río en tanto, se refiere a la facilidad con la que el sedimento se puede mover de las laderas río abajo y a lo largo del río hasta la salida de la cuenca. Harries asegura que existen una serie de factores que evitan que los sedimentos se muevan, por lo tanto, puede resultar en que un río tenga una mala conectividad.
El sedimento analizado por Harries, junto a Boris Gailleton, Mikael Attal, Alexander C. Whittaker y Simon M. Mudd, corresponde a aquel que inicialmente se genera en las laderas y luego es movilizado y transportado por el río eventualmente hasta la costa. “En primer lugar, identificamos que la roca madre expuesta en los tramos superiores y previamente glaciados de la cordillera, está subrepresentada en la composición litológica de las gravas en cada uno de los tres abanicos aluviales”, sostiene la experta.
Sedimentos y clima
Según el estudio, la retención de sedimentos podría estar influenciada por el clima. Los investigadores encontraron evidencia de que los glaciares han sido efectivos para ensanchar y reducir la pendiente de los valles en la cordillera superior. Esto significa que las descargas de los ríos más altos, son necesarias tanto para conectar laderas y canales en valles ensanchados, como para superar las pendientes bajas que limitan el movimiento de sedimentos a lo largo del río.
“Encontramos que donde las precipitaciones son más altas, las laderas y los ríos están bien conectados y se exporta más sedimento de estas regiones previamente glaciadas, lo que conduce a la exportación de una mayor proporción de gravas de la alta cordillera, así como un mayor volumen de arena”, señala Harries. En las cuencas más secas en cambio, hay una pobre conectividad ladera-canal y las gravas exportadas desde ellas tienen una composición litológica pobre en clastos procedentes de la cordillera superior.
Una de las principales conclusiones de esta investigación es la importancia en la observación del clima, considerando el riesgo de desastre que representan las precipitaciones de gran magnitud para las regiones áridas. “Si un clima más extremo resulta en una mayor exportación de sedimentos de las regiones montañosas, esto tiene implicancias para las operaciones de represas que controlan la disponibilidad de agua potable, como la generación de electricidad”, advierte Harries.
Asimismo, complementa la científica, el volumen y tamaño de los sedimentos también influye en la estabilidad de los canales y los ríos y podría tener un impacto importante en las inundaciones hasta la costa.