El último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) de las Naciones Unidas, dado a conocer en septiembre de 2021 fue claro: los desastres socionaturales han aumentado dramáticamente debido al cambio climático y se han quintuplicado en los últimos 50 años. En Chile, en tanto, la tasa de ocurrencia de desastres por aluviones e inundaciones ha aumentado de manera vertiginosa, pasando de un evento cada 60 años durante la primera mitad del siglo XX, a en promedio más de un desastre por año entre 1986 y 2019. Algo similar se ha observado en relación a los impactos de marejadas, olas de calor e incendios.
Si bien el número de fallecidos por desastres ha disminuido a nivel global gracias a la investigación científica y los avances tecnológicos que han permitido implementar sistemas de alerta temprana y mejor el manejo de información y la comunicación, el aumento en frecuencia de eventos de clima extremo está produciendo impactos reales y dramáticos en la vida cotidiana de millones de personas en Chile y el mundo. Fenómenos que están profundizando la desigualdad y generando una carga sociopolítica cada vez más difícil de manejar para los gobiernos.
A diferencia de los terremotos que pueden afectar a todo el territorio nacional y cuyos impactos han sido controlados a través de exigentes normativas de construcción, los fenómenos climáticos y el control de sus consecuencias negativas requieren soluciones locales, descentralizadas, incluyendo una buena caracterización y entendimiento de los sistemas naturales, y las prácticas sociales, culturales y productivas de quienes conviven con ellos.
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octubre 13, 2021