Como experta en remociones en masa, la Doctora (c) en Geología y profesional CIGIDEN, Francisca Roldán, ha desarrollado una serie de estudios sobre las zonas más propensas a la generación de esta amenaza natural. Por esto, destaca las principales consecuencias por el desarrollo de tormentas estivales y otros factores que activan este fenómeno.
[Foto de portada: Alto del Carmen (Enero, 2019)]
Por Gabriela Cortés Villarroel, periodista de la Unidad de vinculación, educación y divulgación de CIGIDEN (gabriela.cortes@cigiden.cl)
El verano en Chile, conocido por sus altas temperaturas y cielos despejados, también trae consigo fenómenos meteorológicos extremos que pueden desencadenar remociones en masa (caídas de rocas, deslizamientos y aluviones) con graves consecuencias. De hecho, el informe World Risk Report 2024, publicado en el mes de septiembre, coloca a nuestro país en el lugar 39º de 193 países según el World Risk Index (Índice de riesgo mundial).
En enero y febrero se conmemoran los aniversarios de 5 aluviones significativos que afectaron profundamente a la comuna de San José de Maipo entre el 21 al 22 de enero de 2013; aluviones del 8 al 10 de febrero de 2013; aluviones del 25 al 26 de febrero de 2017; aluviones del 29 al 31 de enero de 2021 y los aluviones del 7 al 9 de enero de 2023; además las inundaciones y remociones en masa que afectaron a gran parte del norte de Chile el 6 al 8 de febrero de 2019 y a la zona de Alto de Carmen de la Región de Atacama el 27 de enero de 2020, entre otros.
Estos eventos no solo causaron importantes daños a viviendas, hoteles y caminos, sino que también evidenciaron la falta de preparación y medidas preventivas para enfrentar estos fenómenos, especialmente en zonas turísticas y áreas de alta montaña. Sumado a lo anterior, en los eventos del 2013 en la Comuna de San José de Maipo, los habitantes sufrieron importantes cortes del suministro hídrico debido al aumento de la turbidez del Río Maipo, incluyendo a varias comunas de Santiago, indica la experta.
Tormentas de verano: Una amenaza silenciosa
“Las tormentas de lluvia estivales se caracterizan por un aumento de altitud de la isoterma 0°C que repercute directamente en una mayor captación de agua-lluvia y deshielo en las hoyas hidrográficas de la alta cordillera”, explica la científica. “Esto produce mayor escorrentía superficial y por consecuencia, una mayor saturación del suelo, aumentando las tasas de erosión que potencian “la probabilidad del desarrollo de inundaciones y remociones en masa (amenazas hidrometeorológicas)”.
Estas tormentas estivales, asociadas a lluvias intensas en períodos cortos, si bien no son frecuentes en comparación con las tormentas de invierno, cuando se desarrollan en zonas de montaña y altiplano pueden causar impactos devastadores. Un ejemplo de aquello es el caso del aluvión de 2021 en San José de Maipo, o las tormentas del 2019 en el norte de nuestro país, ampliamente cubierto por los medios debido a la destrucción de viviendas y la alteración de la vida local.
Además Roldán indica que, el deshielo, un fenómeno menos visible pero igualmente peligroso, se intensifica durante los meses de verano. Con las variaciones meteorológicas que se han evidenciado, el deshielo acelera la inestabilidad de las laderas, aumentando la probabilidad de deslizamientos y aluviones. Sobre esto, Francisca Roldán, toma en cuenta la información del Reporte de Evolución del clima en Chile de la Dirección Meteorológica de Chile (2023), el cual indica que “las temperaturas mínimas promedio entre 1961 y 2023 muestran un aumento generalizado de 0,5 a 1 ºC a nivel nacional”.
Es relevante destacar, según indica la experta en remociones, “Chile posee 4% de los glaciares del mundo y el 80% de los de Sudamérica, ubicados en la Cordillera de los Andes”, siendo uno de los países que contiene una de las reservas de agua más importantes del mundo, ·pero todo podría cambiar rápidamente por los efectos del calentamiento global”.
El turismo en riesgo: Lluvias altiplánicas
En el norte de Chile, las lluvias estivales altiplánicas afectan no solo a San Pedro de Atacama, uno de los principales destinos turísticos de nuestro país con gran afluencia en verano, sino a todas las localidades en y cercanas de la Cordillera de los Andes. Estas tormentas, caracterizadas por lluvias intensas y repentinas, pueden causar remociones en masa, inundaciones, anegamientos y cortes en las rutas turísticas, dejando a los visitantes y locales expuestos. La falta de medidas preventivas para garantizar un turismo seguro es evidente, destacando la necesidad de mayor planificación y campañas informativas dirigidas a visitantes y principalmente a los operadores locales.
“Chile es un país altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, cumpliendo con siete de los nueve criterios de vulnerabilidad establecidos por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático”, describe Roldán agregando que “debemos considerar, que, aunque muchos de estos eventos no están relacionados directamente al cambio climático, factores asociados podrían influir en su frecuencia e intensidad. Además se ha evidenciado una mayor frecuencia de estas lluvias altiplánicas en estos últimos años, pudiendo incrementar de manera alarmante los impactos por inundaciones o remociones en masa a la población y visitantes”.
Recomendaciones para un verano más seguro
Francisca Roldán recalca lo importante que es hacer “cambios profundos en las políticas públicas que permitan una gran inversión en investigaciones aplicadas y con proyectos de colaboración entre la comunidad científica y entidades públicas; las cuales sean eficientes y continuas en el tiempo” añadiendo que “se requiere investigar a escala local las cuencas y taludes, permitiendo obtener el tiempo de respuesta, zonas de susceptibilidad e identificación de las zonas de impacto, con una mejora en su caracterización y escala de la información utilizando una base científica-tecnológica robusta”.
Destaca la importancia de traspasar esta información a las comunidades “con investigaciones y actividades que las involucren directamente», y recomienda la incidencia de esta información de este tipo de amenazas “a escala escolar y universitaria para así tener una comunidad preparada y aumentar los expertos en este tipo de fenómenos”. Por esto, recomienda:
- Información y prevención:
Difundir mapas de susceptibilidad, impacto y riesgo, alertas tempranas. Además de realizar capacitaciones y recomendaciones específicas en zonas turísticas y habitantes de zonas urbanas en áreas montañosas. - Infraestructura adecuada:
Implementar obras de mitigación como obras de canalización hidráulica adecuadas, obras de mitigación aluviales y fluviales en cuencas críticas y obras de protección de taludes para el caso de caídas de rocas y deslizamientos que se encuentren cerca de zonas urbanas y/o viales. - Educación y sensibilización:
Promover campañas que expliquen a los visitantes las amenazas que se pueden desarrollar a causa de tormentas estivales y deshielo, priorizando zonas expuestas a las amenazas de inundaciones y remociones en masa.
Un llamado a la acción
La conmemoración de estos aluviones debe servir como recordatorio de la importancia de la investigación y la prevención. Estudios recientes, basados en análisis geológicos, hidrometeorológicos, remote sensing y machine learning, permiten identificar zonas críticas y fortalecer las estrategias de mitigación. Sin embargo, estas medidas deben ir acompañadas de políticas públicas que promuevan la seguridad, preparación y la resiliencia en todo el territorio nacional.
“Las técnicas de remote sensing resultan cruciales ya que permiten analizar espaciotemporalmente zonas inaccesibles, de gran extensión superficial y al mismo tiempo disminuyen de manera significativa el gasto operacional y sobre todo el tiempo de análisis, aumentando la efectividad en la obtención de resultados”, destaca Roldán, permitiendo un análisis integral de la amenaza, que aporta de manera significativa al trabajo en terreno, a técnicas de Machine Learning y análisis tridimensionales del territorio.
Chile, al ser un país extenso con más de 750.000 km2 de superficie continental, altamente expuesto a fenómenos naturales extremos, tiene la oportunidad de liderar en preparación y educación, protegiendo tanto a sus habitantes como a quienes lo visitan.