“¿Por qué se mueve el suelo? ¿A qué crees que se debe? ¿Por qué hay grandes olas de mar que llegan a la ciudad?” Estas preguntas son parte de las entrevistas en las que estudiantes de cuarto básico participaron expresando, de forma escrita y con dibujos sus explicaciones sobre fenómenos naturales. Se trata de la primera investigación científica en Chile que explora interdisciplinariamente la comprensión de los terremotos y tsunamis en niños y niñas que viven en zonas de alto riesgo de desastre por estos fenómenos en el país.
El estudio fue desarrollado por la doctora en psicología educacional, académica de la Facultad de Educación UC e investigadora del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastre, CIGIDEN, Valeria Cabello y publicado en la revista científica Frontiers in Earth Science. La investigadora trabajó con 102 estudiantes de entre 8 y 9 años, de escuelas ubicadas en zonas de riesgo de desastres como la falla geológica activa de San Ramón, en Santiago, y en una zona de riesgo de inundación por tsunami en la región costera de Valparaíso.
Según Valeria Cabello, el estudio consideró la exposición de la escuela a las amenazas naturales como punto de partida para explorar las explicaciones de las y los estudiantes sobre las causas y consecuencias de los terremotos y los tsunamis. “El objetivo, agrega, fue caracterizar la comprensión de los niños sobre los fenómenos que podrían convertirse en un desastre en sus territorios, para luego contrastar estas ideas y el razonamiento científico expresado cuando la enseñanza de estos temas en las clases de ciencia se hacía basada en el contexto”.
Teoría de placas
Casi el 80% de los niños y las niñas participantes del estudio asocia los terremotos con causas científicas relacionadas con la teoría de las placas tectónicas al iniciar una unidad de aprendizaje, aumentando a casi un 90% cuando esta finalizó. En cambio, sus ideas iniciales sobre tsunamis fueron más diversas: solo el 52,2% de los y las participantes relacionaron los tsunamis con elementos de la teoría o de la dinámica interna de la Tierra, mientras que un 26% considera otras causas tales como las presiones del aire, por el viento, los astros o el derretimiento de icebergs. Al finalizar el estudio, estas ideas alternativas se redujeron, predominando la atribución de tsunamis a causas científicas.
“En general, al final de la unidad de aprendizaje, se encontró un razonamiento más sofisticado respecto a la teoría científica que sustenta el origen de terremotos y los tsunamis. Los y las participantes avanzaron también en su comprensión de las consecuencias de estos fenómenos en sus contextos vitales. El estudio buscaba, además de dar voz a los niños y las niñas sobre fenómenos que podrían afectar sus vidas, y aumentar su conciencia sobre la reducción del riesgo de desastres”, asegura la experta UC.
La investigación científica incluyó contenidos que trabajo con los escolares, que pertenecen al currículo nacional priorizado para cuarto básico, como los modelos de la estructura de la Tierra, teoría de las placas tectónicas, dinámica de los terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis, seguridad y planificación de una posible evacuación durante una emergencia.
Apoyo pedagógico
Según explica la investigadora CIGIDEN, las profesoras y profesores recibieron apoyo en la selección de materiales pedagógicos para enseñar estos temas y diseñar una unidad de aprendizaje según la educación científica basada en el contexto. Por lo tanto, escogieron el tipo de clases y los recursos a usar, entre ellos: textos informativos, material concreto, rompecabezas de placas tectónicas, videos sobre los fenómenos o simulaciones del impacto en sus territorios, realidad aumentada, afiches, mapas sobre los peligros y el plan de seguridad de la escuela para adaptar o crear.
El objetivo de este tipo de investigación, opina Valeria Cabello, tiene que ver con que en Chile y el mundo, es necesario pasar de un enfoque centrado en la recuperación de los desastres a la prevención de éstos, y, a su juicio, esto parte por la educación de las personas basada en sus contextos de vida en sus territorios, con el objetivo de desarrollar paulatinamente una cultura de seguridad.
“La reducción del riesgo de desastres puede lograrse posicionando a los niños y niñas como agentes de cambio, activos en este rol, permitiéndoles aprender estrategias, comprender la relación entre exposición y vulnerabilidad, la cual disminuye cuando existen programas educativos que promuevan la comprensión científica de estos fenómenos y, junto con ello, mecanismos para actuar de forma segura a nivel personal, familiar y comunitario”, complementa la doctora en psicología educacional.