¿Qué es lo que inmediatamente hacemos cuando ocurre un temblor? ¿Si se corta la luz en tu barrio, qué haces? ¿Después de un desastre natural o una emergencia con quién te conectas? ¿A qué medios de comunicación recurres y en quién confías te provea esa información? ¿Días después de un tsunami o una inundación, qué imágenes o palabras te llaman más la atención o te movilizan a donar a trabajar voluntariamente?
Estas preguntas no son una novedad en nuestro país. Sabemos mucho de qué hacemos los ciudadanos, periodistas y profesionales de la emergencia, cuando se trata de nuestras reacciones inmediatas a los desastres socio-naturales en nuestro país, porque nuestra necesidad de saber qué está pasando, cómo protegernos, ayudar al otro y saber si nuestros seres queridos están sanos y salvos, es una reacción completamente predecible.
Sin embargo, sabemos menos sobre cómo esas conductas individuales y sociales se inician, mantienen, cambian o toman otras formas cuando consideramos la adopción de nuevas tecnologías de la información y comunicación (TICs). Tenemos poca evidencia sobre cómo se organizan las personas utilizando las redes sociales como Twitter o Facebook. Sabemos aún menos acerca de la adopción de medios privados de comunicación como WhatsApp o Snapchat cuando las situaciones de emergencia nos confrontan con la necesidad de comunicarnos con otros y de encontrar información rápida acerca del impacto de una situación de crisis.
A pesar que sabemos de nuestra dependencia creciente de los medios de comunicación emergente y de la telefonía móvil inteligente, en particular, los investigadores y profesionales que trabajan en gestión de crisis, continúan operando con marcos que no consideran las nuevas tecnologías digitales, y desde nuestra perspectiva, estas nuevas tecnologías son una oportunidad tremenda para colaborar con la comunidad afectada por estos desastres y crisis.
Imaginemos por ejemplo, una junta vecinal organizada que puede utilizar un dron para mapear su comunidad inmediatamente después del comienzo de un incendio. Imaginemos a esa misma comunidad capaz de procesar rápidamente esas imágenes y transmitirlas tanto a las autoridades locales pertinentes como a los habitantes del sector. ¿Cuáles son los conocimientos que requerimos para poder implementar nuevas formas de colaboración entre organismos locales, regionales, nacionales y los medios de comunicación masiva, con las comunidades más vulnerables expuestas a riesgos de amenazas naturales?
Estas son algunas de las preguntas que nuestro equipo intenta responder a través de investigaciones en terreno que integran el uso de estas nuevas tecnologías.