Por Gabriela Cortés Villarroel, periodista de la Unidad de vinculación, educación y divulgación de CIGIDEN (gabriela.cortes@cigiden.cl)
El pasado 27 y 28 de noviembre, un grupo multidisciplinario del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN) realizó la “Mateada por la Memoria” en Chiloé junto a la carrera de Psicología de la Universidad de Los Lagos, con quienes organizaron una charla y taller sobre la memoria de los desastres.
Invitados por el investigador asociado del Centro y académico de la Universidad de Los Lagos, Ricardo Rivas, viajaron hasta el sur de Chile, la coordinadora de la línea de investigación “Cultura del desastre y gobernanza del riesgo” Leila Juzam junto al director de la Unidad de Artes y Desastres -DESARTES- Ignacio Gutiérrez.
Esta actividad se llevó a cabo con la intención de complementar la investigación de Ricardo Rivas respecto a la recuperación de la memoria posterior al incendio forestal producido el 9 de diciembre de 2021, el cual “quemó viviendas que dejaron 400 personas damnificadas», explica el investigador agregando que “el proceso de reconstrucción prolongó la angustia para algunas familias que no podían quedarse en sus terrenos”.
Pasados los años, hoy las familias reconstruyeron en el mismo sector gracias al aporte de entidades sin fines de lucro como Desafío Levantemos Chile, y con fines de lucro como Salmón Chile. Y estas acciones son los casos de estudio, la relación público-privada para ir en ayuda de damnificados de desastres socioanaturales.
De hecho, como resultados preliminares, Rivas da cuenta que “en el transcurso de ejecución de entrevistas, había una necesidad entre las pobladoras de trabajar la memoria social respecto al evento desastroso por el bien personal y comunitario”. La Universidad de Los Lagos sede Chiloé ya estaba haciendo algo a través de la Escuela de Psicología, y para concretar, “CIGIDEN y DESARTES fueron centrales para llevar a cabo este trabajo”.
Gestión de la memoria
Con la misma metodología utilizada con los habitantes de la Quebrada de Macul, y de quienes vivieron el aluvión de 1993, desde DESARTES junto a Leila Juzam, produjeron actividades con un enfoque en el rol que pueden tener las artes en la elaboración y gestión de la memoria ante desastres.
“Para fomentar la presentación, llevamos a Castro el manto conmemorativo de 5 x 5 metros desde Santiago, con el apoyo de la dirigente vecinal y albacea del manto Nayr Alcaíno, y lo expusimos en el patio Tantauco de la Universidad de los Lagos. La exposición permitió a las asistentes experimentar la envergadura del manto y conocer directamente los contenidos de la memoria de otra comunidad afectada por desastres”, explicó Gutiérrez.
Además organizaron un taller, en coordinación con Paloma Gajardo de la Universidad de Los Lagos, de arpilleras impartido por Andrea Espinoza. “Este espacio buscó generar memoria a través de la práctica artística, confeccionando un manto colectivo sobre el incendio de Castro de 2021”, detalló el director de DESARTES.
Por otra parte, el taller realizado en el Centro Cívico Comunitario del barrio La Isla, convocó a vecinas de la población Camilo Henríquez, una de las más afectadas por el incendio. “La técnica de arpillera, emblemática en la cultura material de Chile, permitió a las participantes narrar historias personales utilizando retazos de tela e hilos”, explicó Gutierrez.
Entre los relatos de las vecinas, destacó la necesidad de recordar lo perdido en el fuego y la reconstrucción, como los manzanos, los jardines, las viviendas y las mascotas, quedando plasmados en la arpillera da cada una de las vecinas, y que en su conjunto generarán un nuevo manto conmemorativo.
La relevancia del arte
Esta actividad de dos días, reunió estudiantes y académicos de la Universidad de Los Lagos junto a las vecinas de la Villa Camilo Henríquez. “Llegaron muchas vecinas, más de las que normalmente recibimos en actividades en contextos académicos. Se notaba que había ganas de parte de la comunidad, mujeres de la comunidad, por recordar, por generar estrategias para recordar el desastre.”, indicó Juzam.
Uno de los momentos que más destaca fue cuando se reprodujo un vals chilote, El Tornado, el cual fue coreado al unísono por las vecinas afectadas por el incendio. Gracias a «artefactos artísticos» como una canción, “se activa la memoria social y cultural, mostrando la relevancia del arte como un catalizador de la memoria”, dijo la investigadora de CIGIDEN.
La charla realizada fue “sobre el trabajo que hemos estado desarrollando en conjunto con otras investigadoras, artistas y vecinos de Quebrada de Macul durante los últimos años, que ha contemplado en la creación de un manto conmemorativo y un taller de literatura para recordar el devastador aluvión de 1993”.
Estas instancias “ayudan a que las comunidades tengan más conciencia de la relevancia de la Gestión del Riesgo de Desastres, de estar preparadas y preparados”, concluyó Leila Juzam agregando que “ayuda en términos institucionales, a recordar que quienes experimentaron el desastre son personas y comunidades que tienen una historia, una forma de habitar y reconstruirse”.